Fotógrafos/as

Christian Rodríguez. Fotografía Uruguay.

Autor: Equipo indexfoto

Mujeres Migrantes

“Dices ‘Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón
lo mismo que mis pensamientos
en esta desolada languidez.

Donde vuelvo mis ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí’.
No hallarás otra tierra ni otra mar.
La ciudad irá en ti siempre (...)”

(Konstantino Kavafis, “La ciudad”)

Son muchos los motivos por los que una persona opta por cambiar el lugar donde nació, o simplemente donde reside, por otro  más o menos lejano. Problemas económicos, discriminaciones raciales, políticas, religiosas o sexuales, crisis familiares y una cierta  escalada en la cualificación educativa son algunas de las razones que empujan a la gente a emigrar.

Madrid, una de las principales capitales europeas, es una ciudad tradicionalmente receptora de inmigración. En las décadas de los 50  y 60 del siglo XX, con las fronteras españolas cerradas al exterior por la dictadura franquista, fue uno de los lugares a donde llegaban, en busca de trabajo, habitantes de otras provincias; en los últimos años del milenio, con el crecimiento económico del Viejo Mundo y un mayor desarrollo en todos los ámbitos, vio cómo se mezclaban, entre sus calles, razas, culturas y acentos de otros países. De todo el planeta.

Ya sea una emigración voluntaria o no, el discurso de quien abandona su nido habitual en pos de uno nuevo siempre es el  mismo: “Busco una vida mejor”. Pero la decisión adoptada ¿implica necesariamente ser más feliz? A pesar de que el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos afirma que “toda persona tiene derecho a  circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado” y también “a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país”, la práctica demuestra que tanto los Estados como sus habitantes establecen restricciones de muy diversos  tipos.

Se señala de forma especial a una mujer que lleve un velo o que vista un sari; se teme a un chico marroquí que  pasee  por  una  calle cualquiera; se mira con recelo a un grupo de ecuatorianos que se reúna en un parque a celebrar costumbres diferentes a las  ‘normales’; se desconfía de una china que venda comestibles; se pide la documentación  a unos nigerianos que salen de una estación de metro…

Los medios de comunicación hablan a menudo de racismo cuando realmente quieren apelar a la xenofobia, término de origen griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”), que, según la definición del Diccionario de la Real Academia Española  de la Lengua, significa “odio, repugnancia u hostilidad hacia los extranjeros”.
Esa hostilidad proviene del ‘miedo al otro’, algo que, en la mayoría de casos, está vinculado al desconocimiento de cultos ajenos y a la ignorancia sobre costumbres extranjeras. Cuando, además, la situación económica y social de un país no es tan idílica ni  tan  propicia como en el momento en que comenzó el fenómeno migratorio, todas las miradas de rencor y las explicaciones para lo negativo se dirigen a quien viene de fuera.

En medio de esa escena, las mujeres presentan un papel protagónico. Ya sea como hijas de progenitores que llegaron a España buscando un ingreso económico superior al de sus países de origen; ya  como madres ansiosas por mejorar el estatus familiar -aun a costa de tener que ‘abandonar’ con otros familiares a  sus  vástagos  en  los  países de origen-; ya como soñadoras que, engañadas por gente cercana, acabaron ejerciendo la prostitución; ya como descendientes de aquella oleada migratoria de los años 60 que llevó a la gente del campo a la ciudad; ya como cabeza visible de la realidad homosexual  –tabú,  en muchos casos, en sus lugares de nacimiento-; ya como estudiantes adineradas con un postgrado como objetivo, todas ellas forman  parte de un mosaico multicolor inserto en la actualidad de la capital española.

Aunque algunas han logrado integrarse en la sociedad de acogida, la mayoría de ellas definen sus estados de ánimo a partir de sentimientos como el desarraigo, la nostalgia o la falta de empatía, motivados en muchos casos por la discriminación de que son objeto y que les impide demostrar su valía real. Kavafis definió esa sensación de no pertenencia al nuevo lugar como “la ciudad irá en ti siempre”, en alusión a la que se dejó atrás al marchar, pero en otro de sus más famosos poemas, “Itaca”, habló sobre los descubrimientos y las enseñanzas  del  camino:  “Aunque pobre la encuentres, no te engañara Itaca. / Rico en saber y en vida, como has vuelto / comprendes ya qué significan las Itacas”.

De algunas de esas mujeres, de sus experiencias tanto positivas como negativas y de los posos que les han dejado las sendas  por  las  que han transitado, trata este trabajo…

Lic. Concepción Martin Moreno
 

Pagina web: www.christian-rodriguez.com
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Christian Rodríguez nació en Montevideo, Uruguay (1980).

Entre los años 2004 y 2005 trabajó como camarógrafo en VTV (Uruguay). Desde el 2006 al 2008 integró el staff del diario El Observador (Uruguay) teniendo un breve pasaje previamente por La República y Ultimas Noticias. Durante ese mismo período produjo campañas de moda y publicidad. Estudio diseño de moda en la escuela Pablo Gimenez (2007). Ha colaborado con las agencias de noticias France Presse, AP, EFE y Reuters.

Alternando su trabajo profesional con la docencia desde 2006 en varias escuelas como Dimensual Visual, Tris y Pablo Gimenez (escuela de Diseño). En 2006 realizó la cobertura del conflicto Israel-Hezbolah en el sur del Líbano, comenzando su evolución personal sobre lo cotidiano. A finales de 2007 ingresa al stock Win-initiative (EEUU). En 2008 ganó la beca "Roberto Villagraz" y se trasladó a Madrid para realizar el master documental de EFTI, ganando el "Premio Futuro" de su generación (2009).

Su trabajo personal se ha centrado en la vida de mujeres, buscando historias muy cercanas y cotidianas de sus personajes. Su interés radica en mostrar una visión moderna y cotidiana de la mujer y su entorno. Actualmente lleva a cabo dos proyectos Mujeres Migrantes (2009-2012) y Xiec sobre el circo de Vietnam (2009-2012).

Reside en Madrid.