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Crónica: Moscú, octubre 2012

Autor: José Pilone

Rumbo a Photovisa 2012 – Krasnodar Rusia

Que Uruguay sea uno de los tres países de América del sur, seleccionado para participar junto a Argentina y Brasil, en el Festival de fotografía Photovisa 2012 en Krasnodar Rusia, es una responsabilidad y un reconocimiento.
Este inesperado y repentino viaje, nos depararía además una estadía de cinco días en Moscú. Participar luego en la semana inaugural del Festival en Krasnodar, al sur del Mar Negro, con 900.000 habitantes y ubicada en una región agrícola, completaría un primer contacto con la cultura rusa, sus contrastes y cambios.

Moscú

Por el centro de la capital, las altas y elegantes mujeres de minifaldas y los hombres jóvenes con ropas de marcas internacionales, disfrutan del benigno clima otoñal, con temperaturas entre 2 y 8 grados centígrados. Lejos de los 30 grados bajo cero invernales, por las limpias y transitadas aceras del centro que conducen al Kremlin, circulan los moscovitas. Aprovechan para caminar a sus trabajos, lugares de compras o paseos; pues el cambio de estación los obligará a trasladarse en vehículos, desde sus calefaccionados hogares a sus diferentes lugares de actividad. La población, elegante y moderada, sin estridencias en sus expresiones ni colores, es sin embargo animada y amigable.

Por las avenidas de Moscú, circulan los últimos modelos de los vehículos de todas las marcas. Estacionados pudimos ver un par de autos de producción rusa, que llegaron a transitar por Montevideo con la marca Lada, pero también nos cruzamos con algún Porche y Ferrari.

Los grandes almacenes GUM albergan todas las marcas internacionales. La sigla GUM significa Glavni Universalni Magasin (Tienda Principal Universal), puesto que las boutiques que ocupan ahora este edificio no pertenecen ya al Estado. Su espectacular fachada de 242 metros, construida entre 1890 y 1893 y que tanto recuerda por su estructura de acero y su techo de vidrio a imponentes estaciones ferroviarias europeas, enfrentada a la muralla del Kremlin delimitan la imponente Plaza Roja. En los años previos de la Revolución Rusa aquí abría sus puertas un centro comercial con casi 1.200 tiendas que fue nacionalizado, aunque siguió albergando comercios hasta que Stalin lo destinó a acoger las oficinas de su primer plan quinquenal, y tras la muerte de su esposa, a mausoleo de la fallecida. En 1953, ya convertido en GUM, recuperó su destino comercial.

Tuvimos el privilegio de ser recibidos por el Embajador uruguayo en Rusia, Aníbal Cabral Sergalerba, quien gentilmente nos acompañó en una visita de la ciudad. De esta forma conocimos algunos sitios que escapan a los recorridos turísticos. Como por ejemplo, atravesar los pasajes que conducen a plazas interiores, dentro de los gigantescos bloques de apartamentos o un parque, con un desproporcionado estanque en forma cuadrada, que su razón de ser es convertirse en pista de patinaje en invierno. Otra extravagante visita fue entrar a un singular supermercado. Alojado en un Palacio en pleno centro, con todas sus ornamentaciones y hermosas lámparas de caireles. Símbolo de cambios y adaptaciones.


 

Fue sorprendente también enfrentarse a la impresionante catedral de Cristo El Salvador, reinaugurada en el año 2000. La catedral original tenía unos 50 años de construida, cuando en 1930 Stalin decidió demolerla. El motivo fue que su emplazamiento obstaculizaba la construcción del Palacio de los Soviets, un gigantesco edificio que sería símbolo del poderío soviético, pero que nunca fue construido. La catedral molestaba con el proyecto de Stalin y fue dinamitada. Hoy es la iglesia ortodoxa más grande del mundo, erigida como señal de reivindicación y tolerancia.

 

Otro edificio emblemático, testigo de la adaptación a los cambios es el TACC, hoy agencia de noticias ITAR-TASS. Considerada la agencia de comunicación más grande y antigua de Rusia. Su historia comenzó en el remoto 1904 cuando por la orden personal del zar Nicolás II fue creada la Agencia Telegráfica de San Petersburgo (SPTA). Tras el triunfo de la revolución bolchevique en 1917, pasó a llamarse Agencia Telegráfica Rusa (ROSTA), título que se mantuvo hasta 1925 y fue cambiado por el de Agencia telegráfica de la Unión Soviética (TASS), que llegó a contar con 2.000
periodistas en 94 delegaciones de todo el mundo. En 1992 fue rebautizada como Agencia Telegráfica de Información de Rusia (ITAR-TASS).

Si el centro de la ciudad, impresiona en su superficie, el Metro de Moscú, nos depara un viaje subterráneo hacia el pasado reciente de esplendor. Comenzado a construir en 1930 fue planificado como símbolo que la revolución ponía al servicio del pueblo la suntuosidad de los palacios de los poderosos. Cada una de las estaciones fue planificada como una gran obra de arte para la población. No se escatimó en materiales nobles: mármol, esculturas de bronce, mosaicos, pinturas y hermosas luminarias. En proceso de ampliación continua, no está muy claro el alcance de los comentarios que refieren a que aún se mantienen sellados los túneles y pasadizos construidos como refugios antinucleares.

Moscú no difiere de otras ciudades, donde oferta y demanda, marcas y avisos luminosos de productos, rigen los mercados. Pero conserva una señorial estampa, un aire único, una escala edilicia que nos habla de magnificencia. Detenerse frente al Teatro Bolshoi, que tiene entradas agotadas con mucha anticipación y a altos costos, nos da una pauta de excelencia y calidad aún reinantes. Los enormes hoteles son otra muestra del poder adquisitivo circulante, entre quienes vienen a negociar con esta potencia de la economía o disfrutar de sus bellezas.

A pocas cuadras, recorriendo la turística peatonal nueva Arabat, en extrañas letras rusas, pero con su formato característico, distinguimos el luminoso en acrílico de McDonald's. Buscamos el ángulo, para ubicar en una foto, uno de los siete imponentes edificios característicos del período de Stalin, que tomaron inspiración en el nunca construido Palacio de los Soviets.

En el mismo Kremlin, nodo inicial de la ciudad desde el siglo XII, que se expande en anillos concéntricos, se reúnen pasado y presente de una forma incómodamente resuelta. Fortaleza amurallada en época de los zares, hoy es simultáneamente el principal destino turístico de los visitantes de la ciudad y sede del poder político. El Kremlin alberga el museo del armamento, las bellísimas iglesias ortodoxas de cúpulas doradas, el palacio de los zares rusos en los tiempos lejanos que hoy es residencia del gobierno de Federación Rusa.

En el centro de todas las construcciones históricas se levanta el Palacio de Congresos del Kremlin. El edificio fue construido como un espacio moderno para las reuniones del Partido Comunista. Aunque la arquitectura del edificio proyectado contrastaba con el ambiente histórico, el trabajo de construcción comenzó en 1959. La estructura fue inaugurada junto con el 22º Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética el 17 de octubre de 1961. Los arquitectos del proyecto, encabezados por M. Posokhin insertaron en el corazón histórico un edificio de diseño moderno de hormigón y vidrio, con casi la mitad (17 metros) bajo tierra. La sala principal es capaz de albergar seis mil personas y su acústica era considerada como una de las más avanzadas de la época. A través de los años, este fue el lugar principal para eventos de estado. Actualmente se utiliza también para conciertos oficiales y populares. Cantantes como Tina Turner y Cher se han presentado en el palacio, al igual que el poeta canadiense y el cantautor Leonard Cohen.

Da la sensación de haber sido trasladado de Planalto en Brasilia al Kremlin, sin tener en cuenta el entorno. Dicen que por esta causa, el recinto no es declarado Patrimonio histórico de la humanidad.

Pero más allá de esta situación lo cierto es que nos habla de ese choque entre pasado y presente, la capital y las diferentes regiones, el régimen socialista y la economía de mercado. La adaptación y el cambio constante fueron una palpable constatación en esta breve y enriquecedora experiencia en la capital Rusa.

La invitación

Como quien abre un juego de Matrushkas, esas muñecas rusas que caben una dentro de la otra, así hay acciones que encierran un próximo hecho. En este caso no fueron astutos movimientos, como los que se dan en una partida de ajedrez, sino el devenir azaroso de los acontecimientos, los que determinaron que mis trabajos fueran parte de PHOTOVISA 2012. Así se dieron, una serie de eventos cuyo resultado fue la invitación a exponer mi muestra “Lo gris” en el Festival.

Para empezar, desconocía que la temática de Photovisa 2012 era The FACE. Este tema es coincidente con mi investigación, en el aérea del autorretrato, que vengo realizando desde hace 20 años. Por tal razón se eligieron también mis videos “día a día” y “El límite”, para la sección Videos Internacionales del Festival.

A su vez ser seleccionado fue consecuencia del visionado de portafolios en el Festival de la Luz 2012 en Buenos Aires, por Evgeny Beresner y el equipo de curadores de PHOTOVISA. Pero el paso anterior, en esta sucesión de acontecimientos, fue la convocatoria a exponer mi trabajo “Autorretrato con ropa”, en los XVII Encuentros Abiertos Festival de la Luz 2012. El hecho inicial, de esta invitación a Buenos Aires, fue la lectura de portafolios por Elda Harrington, entre otros revisores internacionales, que se hizo el año pasado en Montevideo, en el marco de Fotograma11.

Museo de Arte Multimedia

El Museo de Arte Multimedia merece una mención especial. Situado en el centro de la capital de Rusia, es el primer museo patrocinado por el estado dedicado a la exposición de arte contemporáneo. Fundado en 1996 como la Casa de la Fotografía de Moscú, el museo conserva más de 80.000 fotografías de la vida rusa, desde los primeros daguerrotipos hasta el acervo contemporáneo de imágenes digitales. Con una amplia superficie expositiva de algo más de nueve mil metros cuadrados, pudimos ver una interesante muestra de Weegee, seudónimo de Arthur H. Fellig. Considerado un fotógrafo de noticias indiscreto especializado en documentar el ambiente callejero de Nueva York, sin embargo un dato no siempre mencionado es que nació en la localidad de Zolochiv, hoy perteneciente a Ucrania y a los diez años se trasladó con su familia a Estados Unidos. Las fotografías de Weegee mostrando escenas de crímenes, víctimas de accidentes de tráfico ensangrentadas o playas urbanas abarrotadas siguen resultando estremecedoras. Sin embargo, Weegee también fotografió a las damas de la alta sociedad neoyorquina vestidas con sus armiños y joyas.

Otra muestra en programación, que tuvimos la suerte de ver en sus copias originales, fue “Los americanos” de Robert Frank. Nacido en Zürich (Suiza) en 1924. Segundo hermano de una familia judía con dinero y recursos que se instala en la República Helvética tras el desastre de la I Guerra Mundial. Su dedicación a la fotografía ha sido vista como una reacción frente a una familia orientada a los negocios. Sus primeros trabajos retratan la apacible realidad suiza con sus vacas, prados y montañitas, y se autopublica el primer libro de fotografía: 40 Fotos.

A los veintitrés años se traslada a Nueva York y encuentra trabajo como fotógrafo de moda en Harper's Bazaar. Un año después, en 1948, viaja a Perú, Bolivia, Francia y España. Continúa viajando, sobre todo a París, y en 1953 trabaja como freelance para revistas como McCall´s, Vogue o Fortune. Gracias, en buena medida, a la influencia del reconocido fotógrafo Walter Evans, consigue en 1955 una beca de la Fundación John Simon Guggenheim Memorial. El objetivo de dicha beca es amplio y difuso: fotografiar Norteamérica en todas sus dimensiones y aspectos. De vuelta en 1957 con 28.000 fotos, la Fundación Guggenheim queda horrorizada a la vista del material que trae Robert Frank y decide no publicar ni exponer sus fotos. Aunque Robert Frank trata de publicar un libro con sus fotos no lo consigue en Estados Unidos. Tiene que ser en Francia. Robert Delpire publica Les Américains y, por fin, en 1959 el sello Grove Press saca The Americans con la introducción de Jack Kerouac.

Resulta interesante ver a muchos jóvenes estudiantes rusos, hoy inmersos en una avasallante economía de mercado capitalista, tomando contacto y sacando apuntes sobre las muestras de Robert Frank y de Weegee. Estos fotógrafos nacidos en Europa y con una visión crítica y desmitificadora de los ideales del estilo de vida norteamericano, son en el Moscú de hoy la otra cara de la moneda.
 

No menos crítica resulta la edición del material de acervo del Museo; dos valiosas muestras históricas con una descarnada visión de las primeras décadas del siglo XX, en la Rusia previa y pos revolucionaria. Excelentes imágenes que recorren todos los aspectos desde la cotidianidad, la construcción de los impactantes edificios, hasta el saqueo y destrucción de iglesias y la ferocidad de la guerra.

Y como todo convive y se adapta en esta Moscú de hoy, en el hall principal del museo, esa noche se preparaba, con mucho glamour, la celebración del Time Moscow, en su vigésimo aniversario de publicación en inglés.

Desde el jardín

Es curioso como la lejanía y salirse de las actividades cotidianas, nos lleva a reflexionar sobre las cuestiones de entrecasa y de lo que va pasando en Uruguay.
La Embajada uruguaya en Rusia, cuenta con una residencia patrimonial construida por un destacado arquitecto ruso. Desde la casa de huéspedes, donde fuimos instalados por el embajador Aníbal Cabral Sergalerba, se ve el jardín tapizado por hojas en distintos tonos de ocres. Estoy viendo caer las hojas de este suave otoño en Moscú y me pregunto cómo llegué hasta aquí. Quizás esta presencia se empiece a gestar 10 años atrás, cuando el entonces Centro Municipal de Fotografía de Montevideo, comenzaba una nueva etapa. No creo que su director, Daniel Sosa, haya dicho en esa época: “Anoche tuve un sueño: que la fotografía uruguaya esté representada en Festivales Internacionales”. Pero pienso que es a partir de la actividad y la visión de posicionamiento del CdF, desde el 2002, que empezó a cambiar la forma de hacer fotografía en Uruguay y de darle visibilidad internacional.

Los anteriores años del siglo XX de la fotografía en Uruguay y sus representantes en concursos internacionales, como los de la FIAP, no serán motivo de estos comentarios. Sólo destacaré dos ejemplos singulares, representativos de dos líneas de trabajo diferentes, que llevaron a destacar a la fotografía uruguaya a nivel internacional.

La extendida labor de Panta Astiazaran, con su visión del documentalismo desde el rescate de la cotidianeidad. Con base en Brasil, Panta pudo desarrollar proyectos personales, que tuvieron presencia y reconocimiento internacional. Esta labor fue pionera de posteriores valiosos fotorreporteros de Uruguay.

En otra línea de acción señalaré la enriquecedora participación de Diana Mines, en El 1er Coloquio Latinoamericano en 1978 en México. Luego le seguirían los magníficos emprendimientos de la FUNARTE en Brasil. Curitiba 86, Ouro Preto 87 y Campinhas 88. Lideradas por Ángela Magalhaes, Nadjia Peregrino contaron con la importante colaboración de fotógrafos como Walter Firmo y Luis Felizardo, entre otros. Sería muy valioso que Diana, como protagonista directa, dejara constancia de esa riquísima etapa; eslabón de una serie de eventos que sin duda marcaron el desarrollo de la fotografía en la región. Diana participó en talleres de expresión fotográfica, encuentros donde los autores comenzaban a intercambiar experiencias y a generar una movilizadora sinergia. Este aprendizaje luego sería punto de partida, en la experimentación y búsqueda de un decir personal, para los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos.

En los años 90, desde el gobierno en Brasil, se pretendió dejar en las sombras la importante labor de la FUNARTE. Pero las semillas de México y Brasil germinaron multiplicándose en diversos proyectos, encuentros, festivales, publicaciones, etc.
De todo ese sustrato se nutrió el CdF en Uruguay, para establecer una política de acción que, en estos diez años ha aportado a la fotografía uruguaya, desde una visión regional. En la medida que nos saquemos la gris costumbre de la crítica inerte, y le aportemos el color de la acción de todos los hacedores en un sentido multidisciplinario, se reforzará para seguir mejorando.


 

En una futura crónica, trataré de reseñar la nutrida agenda el Festival Photovisa 2012 en Krasnodar. El tema convocante fue THE FACE; nos permitió ver los distintos rostros de la fotografía de muchos países, que a pesar de globalizaciones y generalidades, sigue siendo individual y única en la medida que hay autores que aportan su singular forma de ver.
 

Hasta la próxima, José Pilone
 

www.josepilone.com

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Dirección Museo de Arte Multimedia:
Ulitsa Ostozhenka, 16, Moscou,
Russie, 119034