Notas Críticas

Inscripciones, escrituras y corporeidad.

Autor: Nicolás Guigou

La piel se tensa y es el momento de la “Gran Política” anuncia Deleuze, mientras su ancestro Spinoza vuelve a recordarle una vez más que “Nadie sabe lo que puede un cuerpo”.  Entre potencias, afectividades, planos, líneas de fuga y rostrocidad del cuerpo –imágenes y más imágenes-  las inscripciones comienzan por fin a salir(se).

Cuerpos horadados que no inscriben, no abren la piel, no insertan ni colocan, sino que dejan parir a la escritura. La escritura diseña la corporeidad, coloca sus límites, marca sus nervaduras y descansa. Atrás queda la señal de un mero cuerpo tatuado y el tatuaje se venga de sus orígenes hórridos y desarma una a una las piezas de la máquina kafkiana. Ya no hay inscripción-ley-escritura sobre el cuerpo, inscripción de la piel, perforación hasta la muerte. Se borran también las inscripciones de la ley igualitaria en el cuerpo y contrarias a todas las jerarquías de las ensoñaciones de Clastres, mientras que risas selváticas se enfrentan a un receloso Lévi-Strauss que medita sobre las intenciones de un extraño Jefe indígena con la escritura.

Las risas se agolpan para avisarle al antropólogo de las múltiples escrituras, de las escrituras múltiples, de huellas, trazas, marcas que escapan por todos lados a la extraña lógica del papel y a los habitus escolares. 

Así la advertencia antropológica del peligro de la escritura – la escritura como fuente de poder, del surgimiento de Leviatán, de la ley adentrándose en el cuerpo- deja lugar al goce, evocando a la escritura como multiplicidad y conjurando la escritura blanca, ese peculiar diseño occidental de la escritura. El cuerpo vuelve entonces a ser corporeidad, de nuevo la piel se tensa y la escritura-marca-tatuaje busca la imagen de la singularidad, la originalidad, y fundamentalmente, la experimentación.

La divina proporción corporal abdica frente a la piel como palimpsesto inicial    – el tatuaje infinito- que una y otra vez logra extraer del cuerpo todas sus marcas, y las va exponiendo una a una en diferentes pieles, que se reúnen, se convocan y se reconocen.  Un nuevo arte de la inscripción, de la evocación de las marcas virtuales a través del cuerpo: he aquí el arte del tatuaje en nuestra contemporaneidad, transmutando mapas de la piel virtuales a mundos corpóreos reales. He aquí el arte del tatuaje elaborando nuestra contemporaneidad. Tal parece ser el enunciado que atraviesa los cuerpos expuestos en la Muestra "Cuestión de piel. Ornamentación corporal e identidad" organizada por el MAPI. 

En el mismo espacio museístico, otros cuerpos asoman desde las estéticas decimonónicas de Boggiani.  Dibujante , pintor, etnógrafo y fundamentalmente fotógrafo, Boggiani nos muestra a través de su denso repertorio de imágenes un movimiento dual, aunque constante en su poblada obra. Por una parte una producción estética de la  corporeidad de los grupos indígenas por él registrados, que los coloca en un espacio que posee aún su manto aurético, su significación cierta.

El cuerpo es el cuerpo del Otro pleno de significaciones que se me muestran. A su vez, un movimiento pues que en el arte de mostrar (me) los cuerpos de esos Otros, gestan la Mismidad de la mirada. Una Mismidad de la cual debería extraerse toda suerte de anomalía, extrañeza o tentativa de alteridad.

Si acaso en el espacio europeo del siglo XIX el Otro será el loco, el presidiario, el criminal, en los mundos conquistados y colonizados, el Otro será entonces ese ser misterioso, exótico, peligroso y dócil al mismo tiempo.

Un Otro establecido en su pura exterioridad, gestando su performatividad corpórea en el marco de una mirada colonial plena, que encuentra sus límites, paradójicamente en la estética singular de Boggiani. Allí – y solamente allí- Boggiani  consigue irrumpir en su propia racionalidad, para dejar advenir a ese Otro en su pura cercanía y hospitalidad, como en algún buen sueño de Emmanuel Levinas en el cual se lo advierte escribiendo: “Los hombres se buscan en su incondición de extranjeros. Nadie está en su casa. El recuerdo de esta servidumbre reúne a la humanidad. La diferencia que se abre entre el yo y el sí mismo, la no-coincidencia de lo idéntico, es una no-indiferencia fundamental con respecto a los hombres.”

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Prof.Agr.Dr. L. Nicolás Guigou
Núcleo de Antropología de la Contemporaneidad/NAC/Dpto. de Ciencias Sociales y Humanas/LICCOM/UDELAR/Dpto. de Antropología Social/DAS/FHCE/UDELAR/ SNI , ANII

Este artículo fue escrito a partir de la exposición “Cuestión de piel: ornamentación corporal e identidad", que tiene lugar en el Museo de Arte Precolombino e Indígena/MAPI desde el 3 de setiembre al 29 de octubre.