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Life is too short. Ignacio Iturrioz / Ediciones CMDF2010

Autor: Equipo indexfoto

Serafín Carmona, oriental, jubilado, pero aún trabajador activo del medio rural, lleva a cuestas un tumor de origen pulmonar en estado avanzado y ya irreversible. Hace seis meses le diagnosticaron el cáncer y hace sólo unos días se instaló en la casa de su sobrina Ana en Isla Patrulla, localidad de Treinta y Tres, para abandonarse a sus cuidados, ya que el dolor y la debilidad le hacen casi imposible tan indigna tarea.
A sus 71 años, Serafín Carmona está muriendo. En silencio, pero con miradas cómplices, quienes lo acompañan también saben que pronto va a morir. Y así, continúa el curso natural de los días de este jubilado.


 

Por frecuente, la muerte aún molesta, advertía el historiador de la intimidad uruguaya José Pedro Barrán, en alusión al nacimiento de la cultura civilizada de principios del siglo XX.
De la misma manera lo describen algunos estudios enfocados en la relación de las sociedades occidentales frente a la muerte. Una cultura caracterizada por el ocultamiento hasta el rechazo de la muerte, mediante la progresiva eliminación del cadáver, así como de las despedidas al muerto. Tentativa de inversión por supresión, según apunta el historiador francés Philippe Ariés, de las costumbres de la muerte.
Carmona, sin embargo, no oculta los signos más abyectos de su fin. Su muerte es una huella de los antiguos rituales. Las despedidas en el lecho del moribundo de familiares y amigos, la visita del doctor en el seno de la intimidad del hogar cuando ya no hay nada por ocultar. Incluso los niños son cómplices de esta realidad y asisten al ritual de la muerte en casa.
“La bella muerte (hoy) es morir sin darse cuenta”, apunta Ariés. Pero aquí, Carmona es protagonista de su propia muerte; la muerte se siente como algo cercano, de acuerdo a la norma de las costumbres antiguas.
“Life is too short” es un ensayo que retrata los últimos nueve días de la vida de Serafín Carmona. Días y noches de tranquilidad, sonrisas y tristeza, a la espera de esta violencia indebida.

Lic. Federica Silva