Notas Críticas

Eslabones de la identidad sonora

Autor: Lic. Guillermo Baltar Prendez

Si la obra monumental de Lauro Ayestarán, se asienta en la investigación y recuperación musicológica del Uruguay, la exposición Músicos. Fotografías del Archivo Lauro Ayestarán pone de relieve otra de sus facetas, la de fotógrafo. Sus capturas están intrínsicamente ligadas al principio primigenio de la misma: la documentación. Más allá de los disparadores estéticos o artísticos, posiblemente Ayestarán haya pretendido perpetuar visualmente los momentos que auditivamente estaba registrando. Sin quererlo, esa perpetuación del hecho sónico generó este fotorreportaje, que bien podría editarse con la inclusión del registro musical como un trabajo audiovisual. La muestra exhibida en el predio que el CdF posee en el Prado, surge gracias a la catalogación y recuperación de los archivos personales del gran musicólogo, una vez adquirido por el Estado uruguayo. Esta labor fue realizada por el Centro Nacional de Documentación Musical (CDM), creado por el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) en 2009.

En ochenta y cinco instantáneas, el trabajo de Ayestarán tiene aquí su complemento visual. Un viaje al interior profundo y a los suburbios de las expresiones ciudadanas. No sólo a la geografía y a la gente que la pueblan, sino a la psicología denotada a través de unas señas de identidad irrefutables. Si los archivos más conocidos de Ayestarán, eran sus registros grabados in situ a diferentes intérpretes del Uruguay, esta exposición revela la inquietud del investigador por registrar los rostros de quienes fueron sus protagonistas y los entornos donde estos tuvieron lugar.

Por encima de lo estrictamente folclórico, la visión antropológica de Ayestarán se nutre en la permeabilidad sensible. En la amplia predisposición por entender las expresiones culturales, tanto en sus multiplicidades regionales, como nacionales e internacionales. Desde esa óptica su obra contempla -y acoge-, aquellas manifestaciones próximas al origen de la identidad sonora nacional, incorporando tanto los substratos del habla fronteriza, como todo lo subyacente del espectro cultural urbano.

Sus imágenes operan como eslabones recuperados de una cadena de ensamblaje, donde el producto final es la recuperación de la memoria musical. La muestra acoge mayormente capturas del propio Ayestarán, junto a otras de Apolo Ronchi, Enrique Pérez Fernández y De Grandi, mas algunas de autor desconocido. Personajes entre la luz y la bruma, embebidos por sus entornos y los lustres de cada historia, develando la ventisca que les dio forma. Rostros enjutos, curtidos por la anemia temporal o tan solo vestidos por el vértigo de la existencia, desfilan ante nuestros ojos, como inquietantes vestigios de esa historia. Las fotografías no se presentan sólo como meros encuadres informativos. Hay también una mirada que los exonera de los encuadres clasicistas de la época, y extiende la imagen hacia otras consideraciones estéticas, más allá de los virtualmente pobres recursos empleados, o del estado de preservación de algunos negativos.

Escenas que bien podrían dialogar con los viejos bluesmen del delta del Mississippi, en las que podríamos advertir tonadas encumbradas por el fragor de alguna batalla, o tan sólo descripciones de aquellas vidas percutida por la desolación de los parajes.

Cada imagen viene secundada por su correspondiente pie de foto, donde se detalla minuciosamente el nombre de su/s protagonista/s, el lugar y la fecha, así como la descripción de sus instrumentos. Es interesante ver el compendio instrumental que abarcó el trabajo de Ayestarán. No sólo la guitarra asume un papel protagónico. También lo hacen los acordeones -de una o dos hileras-, el bandoneón, los violines y hasta los chifles de los afiladores. También los diferentes estratos sociales y sus respectivos contextos.

En un país sitiado por la flema de los politólogos, la filosofía barata del periodismo deportivo, la bocina mediática de los entretenedores de turno -en su afán farandulesco-, muestras como estas parecerían naufragar entre la ignorancia y el desdén. No obstante, su grandeza (la grandeza de Ayestarán) adquiere un valor inusitado, incrementando aún más la obra de uno los más investigadores culturales más importantes que ha dado el Uruguay.

Esta nota fue publicada en el Nº 38 (Mayo-Abril de 2013) de la Revista DOSSIER en su sección de Critica Fotográfica.

La muestra Músicos. Fotografías del Archivo Lauro Ayestarán se pudo visitar en la CdF Fotogalería Prado desde el 1º de marzo al 24 de abril CdF Fotogalería Prado.
Puede consultarse en el sitio del CdF.