El enorme salar de Uyuni, al sur de la Paz en Bolivia, es el escenario del artista Gastón Ugalde desde hace décadas. Desde el año 75' Ugalde visita este asombroso lugar creando fotografías que van a contramano de la imagen tradicional de paisaje. Inmerso en la majestuosidad del salar, interviene el espacio con una visión que refleja su capacidad para expresar la vinculación con las culturas que habitan tierra boliviana desde tiempos remotos.
Ugalde se entrega a la fascinación que ejerce este enorme observatorio natural. Dice no ser él quien eligió el salar, sino que fue el salar que se apoderó de él y por eso no ha dejado de visitarlo, más o menos, quince veces al año desde entonces.
"He llegado a comprender que toda mi creatividad fluye veinticuatro horas al día y en círculos, y está profundamente influenciada por el mundo espiritual amazónico y andino", afirma Ugalde.
Por las fotografías del salar desfilan asombrosamente formas, colores y texturas. Esferas, cubos, manchas, construcciones de sal, líquidos, polvos y tejidos habitan para siempre el lugar en estas surrealistas imágenes, que consiguen hilvanar tiempos ancestrales y contemporáneos.
Gastón Ugalde, nacido en La Paz en 1949, es un artista reconocido. Con una extensa carrera y con una formación ecléctica entre arte, arquitectura, economía y Ciencias Políticas, su obra transita con facilidad entre la pintura, el collage, la escultura, el video, la instalación y la fotografía.
En el año 2002 fue galardonado con el prestigioso premio Konex que otorga la fundación argentina. Sus compañeros de distinción fueron artistas de la talla de Luis Camnitzer y Oscar Niemeyer, entre otros.
En 2009 fue seleccionado para representar a Bolivia en "Mundus Novus" Arte Contemporáneo de America Latina durante la bienal de Venecia. La obra de Ugalde fue una enorme manta de 25 x10 mts a la que llamó "Marcha por la vida" y que caía desde lo alto del pabellón. Fue realizada uniendo numerosas mantas típicas de la tradición aymara y quechua que el artista fue coleccionando durante veinticinco años. Ugalde recalca el simbolismo de que cada tejido lleve las huellas de quienes las usaron.
“El tejido ha sido y será por mucho tiempo más el arte cumbre de las culturas andinas (...) La vida es un tejido de infinitas líneas y colores, de infinitas vidas y muertes, es en suma un armazón de nudos personales, de tramas familiares y de urdimbres sociales (...) Es un objeto utilitario y de rito, el tejido acompaña al aymara en todos los actos cotidianos pedestres o religiosos en sus diversos formatos, colores y diseños", afirma en el catálogo de la bienal.
La hoja de coca es otro de los elementos ancestrales que Ugalde utiliza en el afán de una obra contemporánea que se asienta en la fuerza de la identidad. Algunos le llaman el Warhol andino por sus imágenes realizadas con hoja de coca: el logo de la Coca-Cola, el retrato de Bolivar, el mapa de America Latina, el billete de dólar, la bandera americana.
Cuando Evo Morales, aymara y cocalero, asume la presidencia de Bolivia, elige estas obras de gran potencia política como regalo oficial a otros mandatarios. Las reacciones de quienes reciben el regalo presidencial son disímiles y de alguna manera, en ese intercambio, la obra continúa acentuando la contemporaneidad en la que se inscribe. Por ejemplo, cuenta Ugalde, que el entonces príncipe de Asturias, Felipe, tuvo problemas para decidir si podría transportar hojas de coca de vuelta a España. Por otro lado Álvaro Uribe, presidente colombiano, se sintió ofendido porque su padre había muerto luchando contra el narcotráfico.
La primera vez que Ugalde presentó un retrato de hojas de coca fue en la Feria de Sevilla de 1992. Era el retrato de un campesino de tres por tres metros. Pero esta primera vez la reacción fue de otro orden. A los tres meses lo llamaron para ver si podría ir a restaurarla porque la gente se la estaba comiendo.
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Fuentes:
gastonugalde.com/press.php (Pagina Siete, laprensa.bo, Artplus Magazine, La Corneta, NY Times, Museo Nacional de Arte, El Clarín)