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Entrevista a José Pilone. La voraz excusa de la imagen

Autor: Guillermo Baltar Prendez

José Pilone no deja de auto interrogarse a través de la imagen. De su propia imagen. A diferencia de otros -como Lucas Samaras quién lleva la extremaunción del narcisismo hasta límites tan radicales como heterodoxos, o de Cindy Sherman quien adopta la piel (y el camuflaje) de otros personajes devenidos del arte o de la vida pública-, Pilone asume su protagonismo desde una reflexiva y evocativa militancia conceptual. La trasgresión se canaliza a través de ciertas poéticas que dialogan con su andar temporal, traspasando incluso esas premisas, cuando entabla determinados juegos inquisitorios frente a quién observa -y decodifica- su obra. La permeabilidad de su inteligencia impide que en ese juego sistemático, la reiteración de su imagen (tanto su rostro y su cuerpo), no sea devorada a sí misma, por la retórica condescendiente en la que han caído tantos. Con 25 años de trayectoria, José Pilone nos habla de su obra, y de la muestra realizada recientemente en La Pasionaria con la curaduría de Rossana De Marco.

 
Viendo tu currículo notamos que tu formación abarca distintas áreas. Desde ingeniería, artes visuales, literatura y guión cinematográfico, entre otras. ¿Podemos decir que todos estos aspectos están presentes en tu proceso creativo? 
 
Sí, en mi forma de trabajo todos esos aspectos contribuyen. A la hora de realizar una obra de expresión, las distintas áreas del aprendizaje aportan a conformar una forma personal de procesar las emociones, pasarlas por el tamiz de la razón, hasta visualizar los aspectos conceptuales y formales adecuados para concretarla. Independientemente de este proceso, no me interesa hacer obras herméticas o con un único significado. Trato de dejar que el espectador pueda incorporar sus vivencias y emociones para decodificarlas y darles un sentido propio.
 
¿Cuál fue el disparador que te llevó al uso de la fotografía como una forma de expresión? 
 
En 1986, en una Feria del Libro en la casona de Rivera y Bulevar Artigas, vi una foto de Diana Mines que me impactó. Era su brazo sumergido en aguas del Río de la Plata. Es de esas imágenes que no se entienden a primera vista pero que son tan seductoras como inquietantes. En un líquido denso de tono verdoso, zozobraba un trozo de carne mórbida con pelos, que apenas desprendía unas burbujas. Tenía un texto que decía: “Yo también, pez arponeado, a veces pez, a veces pescado. Yo, pez-cado”. Me sentí emocional y corporalmente movilizado y comprometido. Diana me había arponeado certeramente con una imagen y unas pocas palabras. Pensé, que si con una foto se podía generar tan fuertes emociones yo debía estudiar fotografía. Años después, trabajando con Diana en la curaduría de un proyecto, le conté la historia y me regaló aquella foto, la original que había estado expuesta.



Tu reciente muestra en Montevideo: “1 x uno/55+25”, es una ecuación propia de tu formación múltiple. ¿Es también una excusa para festejar y agradecer a quienes te aportaron en tu trabajo creativo en tus 25 años en la fotografía?

Sí, lo del título es una broma que me hago sacando cuentas sobre mis 55 años de edad, los 25 en la fotografía y la unicidad que significa una obra y un autor. La muestra no es abarcativa ni retrospectiva. Con Rossana pensamos que las obras exhibidas establecen una narración dentro de ese espacio, y que el conjunto constituye una unidad de expresión a partir de su interrelación. También es una celebración y agradecimiento; en primer lugar a la generosidad de mis maestros y curadores: al Tola Invernizzi, Diana Mines, Dina Pintos, Nelbia Romero, Kique Badaró, Enrique Aguerre y en esta muestra a Rossana Demarco, a Solange, mi familia y a los amigos. Como decía en el texto de invitación, agradecer y celebrar el encuentro con todos “los que están fuera del encuadre de la foto sosteniendo la trama invisible de emociones”.
 
¿El uso de tu imagen en las fotografía, es también una forma de auto-interrogación? 
Sí, mi investigación desde hace 20 años en el autorretrato, es parte de una búsqueda personal, pero no con un afán de mostrarme sino de ser reflejo de ese otro, el que ve la obra, que también se mira y se busca. Un documento de un espacio tiempo individual que se hace colectivo.
 

Generalmente se hace referencia al valor de documento de la fotografía como registro del pasado. ¿Piensas que la foto puede revelarnos de manera anticipada ciertos procesos o cambios emocionales interiores, tanto sicológicos como emotivos del autor que en el momento de sacar la foto, en su vida real, no se habían manifestado?

Sí, vos haces una distinción interesante, entre la vida real y la ficcionalidad de la historia que nos quiere expresar una fotografía. Por debajo de toda intención, aunque se trate de una foto de prensa o de un autorretrato, se cuelan aspectos del inconsciente. En esa materia sensible están latentes cosas que no siempre sabemos por qué surgen. Creo que en ese proceso de “sacar”, se pueden anticipar en imágenes situaciones de las que no somos todavía conscientes.

¿Cómo fue tu reciente participación con una muestra en el Festival de la Luz en Argentina y la invitación que de allí surgió para exponer en PHOTOVISA en Rusia?
La invitación a exponer en Argentina surge de una lectura de portfolios por revisores internacionales que se hizo en Montevideo, en el marco de Fotograma11. Es así que este año mi muestra “Autorretrato con ropa” fue seleccionada para estar en la Escuela Argentina de Fotografía, sede organizativa del Festival. Lo de Rusia creo que se da por una serie de “causalidades”. Hace varios años que concurro al Festival de la Luz como espectador, no siempre he revisado portfolios. Este año me presenté al visionado de portfolios y a los revisores rusos les interesaron mis trabajos “lo gris” y los videos “día a día” y “El límite”. Yo no tenía ni idea de lo que buscaban, llevé y mostré lo que hago. Justo el tema del PHOTOVISA 2012 es The Face, una temática que en la que yo investigo. Independientemente de esta feliz coincidencia, rescato la importancia de la revisión de portfolios que, por la mayoría de los fotógrafos uruguayos, no se está aprovechando como una etapa de aprendizaje. A pesar de estos 25 años de trabajo, siempre estoy abierto a aprender. La lectura múltiple de portfolios considero que es una experiencia muy fértil. Teóricos, coleccionistas de arte, fotógrafos, curadores de museos, organizadores de festivales, aportan devoluciones desde distintos enfoques. Generalmente son calificados por ser revisores con una mirada adiestrada. En visionados de este tipo, tanto como en el trabajo al elaborar proyectos con curadores o con nuestros pares fotógrafos, creo que hay que animarse a mostrar y estar atentos a lo que los otros nos puedan aportar. La mirada del otro adiciona una sinergia siempre enriquecedora.
 
 

Web de José Pilone: http://josepilone.com/

 
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Guillermo Baltar Prendez: Artista visual y poeta. Ejerce el periodismo y la gestión cultural desde la década de 1970. Entre otros fue periodista de “La semana”, “El Día”, “JAQUE”, “Revista POSDATA” y el Semanario “Voces”. Docente del Instituto Universitario BIOS y de la Escuela de Fotografía Taller Aquelarre. Integra la redacción de la Revista “Dossier” desde sus inicios, donde -entre otras tareas- es el responsable de la sección de crítica fotográfica.