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Miguel Rio Branco. Dulce sudor amargo de Brasil

Autor: Alexandra Nóvoa / indexfoto

Desde el 4 de setiembre hasta el 11 de noviembre de este año se exhibe en el Santander Cultural de Porto Alegre la muestra “Ponto Cego”, una retrospectiva de Miguel Rio Branco que comprende producciones en distintas técnicas y soportes realizadas entre 1986 y la actualidad. Junto con la muestra se editó un libro que reúne los resultados de la exposición. En este marco publicamos en indexfoto una reseña biográfica de este autor y algunas impresiones acerca de una obra que ha marcado la manera de mirar de más de una generación de fotógrafos.     

Si bien Miguel Rio Branco es uno de los nombres más reconocidos del mundo artístico brasileño, especialmente en lo que refiere a su producción fotográfica, su obra transita por las más diversas técnicas. Por eso mismo se define como un artista no sujeto a una técnica específica, sino que utiliza y mezcla pintura, fotografía, diseño, ensamblajes, objetos escultóricos, instalaciones, films, videos y libros de autor. “Mis influencias -señala en una entrevista- provienen definitivamente de la pintura y el cine [...] el encuadre vino de la cámara de cine así como el hecho de no recortar el cuadro en la ampliadora y la falta de tomas verticales”.

Esa concepción abarcadora en lo que refiere a la creación artística, así como una estrecha vinculación con la naturaleza se expresa en su actual modo de vida: su casa es un gran atelier en Arares, en las afueras de Río de Janeiro, donde dispone de una infraestructura idónea para trabajar en todo tipo de obras, incluso instalaciones de gran formato como un enorme “Laberinto” que ha situado en los jardines de su hogar.

En un primer contacto con su obra desprovisto del contexto vital del autor, sus producciones fílmicas y fotográficas podrían evocar la idea de una persona originaria de Brasil con fuerte arraigo e identificación con su país, tal vez en una búsqueda por desentrañar la esencia más intrínseca de la cultura popular brasileña. No obstante Rio Branco no nació en Brasil, sino en Islas Canarias, en 1946. Su padre era diplomático, por lo que pasó la etapa de la infancia y la adolescencia entre España, Portugal, Suiza, Estados Unidos y Brasil. 

En 1966 estudió en el Instituto de Fotografía de Nueva York y dos años después en la Escuela Superior de Diseño Industrial en Río de Janeiro. Por ese entonces comenzó a dirigir películas experimentales y a trabajar como director de fotografía para cineastas como Júlio Bressane. Sus primeras exposiciones fueron de pintura hacia mediados de la década de 1960, a partir de 1972 inicia su trabajo con filmes y fotografías y desde 1990 con instalaciones.

El corpus fotográfico que fue desarrollando Rio Branco estuvo generalmente vinculado a una línea documental. Hacia fines de 1970 inicia un registro de Bahía, en 1985 de comunidades indígenas del Amazonas, también del trabajo en las minas de Serra Pelada. A lo largo de su carrera tomó fotografías en América Latina, Estados Unidos y Asia y sus imágenes fueron publicadas en revistas como Stern, National Geographic, Geo, Aperture, Photo Magazine, Europeo o Paseante. No obstante sus imágenes trascienden el estricto registro documental y cada una está dotada de una fuerte impronta personal y “carga poética”. En ese sentido le gusta definirse como un creador de “poemas visuales”.

En momentos en que el campo de la fotografía en Brasil y específicamente del fotoperiodismo experimentaba importantes transformaciones -que entre otros resultados devino en la fundación de agencias independientes- en 1980 Miguel Rio Branco comenzó a trabajar como corresponsal de la agencia Magnum.

El contexto de la salida democrática en Brasil fue un factor que incidió en las miradas de los fotógrafos brasileños y en la búsqueda de una nueva identidad local. Como señalan Angela Magalhães y Nadja Fonseca Peregrino, “De la década de 1970  se pasa de la represión, sumisión y censura a, en los '80, una etapa de interacción con las corrientes internacionales del arte, intentando recuperar la libertad de expresión perdida". La expansión de las galerías de arte junto con la fundación de agencias independientes propiciaron el desarrollo de trabajos de autor vinculados al fotoperiodismo. Surgieron ensayos fotográficos de una fuerte subjetividad y con un concepto como base. Asimismo los avances en materia de investigación teórica sobre fotografía, como los estudios emprendidos por Boris Kossoy, aportaron elementos para comprender las particularidades del lenguaje fotográfico y sus vinculaciones con las artes plásticas. “Cambian por lo tanto las reglas, y el resultado es el esparcimiento de una producción de tipo autoral y políticamente comprometida con los principales problemas sociales de Brasil”. (*) 

En 1974 surge Funarte, y en sus salas exponen autores determinantes en la configuración del campo de la fotografía contemporánea brasileña, como Sebastián Salgado, Mario Cravo Neto y el propio Miguel Rio Branco.

La piel que habito

Entre 1979 y 1983 Rio Branco se sumerge en los barrios más populares de Bahía e inicia un trabajo de profundo acercamiento con sus habitantes y su cotidianidad vista desde la singularidad de su lente. De allí surge una de sus series más representativas: “Dulce Sudor Amargo: Na série Pelourinho”.

Parte de la visceralidad que caracteriza este trabajo y en general las imágenes y producciones fílmicas de Rio Branco es el lugar preponderante y de fuerte contenido simbólico que ocupa la piel humana o animal en su obra. “Mi trabajo tiene mucha conexión con la piel, porque ella es la superficie que nos conecta con este mundo, tanto en el placer como en el dolor. Ella es un diálogo entre exterior e interior, una separación y al mismo tiempo una conexión”.

Asimismo una de las marcas fundamentales de esta serie y que se perpetúa en su obra en general es la fuerte presencia del color. Como explicó el mismo autor "Hay un uso dramático del color y eso se relaciona mucho con mi pasado de pintor”. Casi con volumen propio, el color en las fotografías de Miguel Rio Branco es una devolución de su mirar intuitivo y pictórico, en el que se devela la superficie de las paredes de un Brasil roído, marginal, polvoriento. A su vez se nutre de los colores del clima tropical, de su vegetación, de las frutas, de los mercados. Azules marinos y rojos sangre invaden estas imágenes y las envuelven en un velo de sensualidad, olor a mango, sudor y mar. 

En este sentido su modalidad fotográfica y búsquedas plásticas pueden asociarse a un penetrante mirar a las ciudades brasileñas, una relectura y construcción a través de la cámara de una cierta textura que fue deviniendo en una determinada identidad cromática vinculada con ese país, modalidad que puede ser reconocida en producciones posteriores del campo artístico y fotográfico brasileño.  

La idea de este post fue acercarse mínimamente a la obra de un autor fundamental en la escena artística y visual latinoamericana. Recomendamos visitar el sitio web de Rio Branco, en donde puede encontrarse buena parte de sus publicaciones, videos y textos en general sobre su intensa trayectoria.

(*) Angela Magalhães, Nadja Fonseca Peregrino, “Fotografía no Brasil. Um olhar das origens ao contemporâneo”, Funarte, Rio de Janeiro, 2004.