CoincidIr generacionalmente es una casualidad que, si bien favorece, no necesariamente nutre las afinidades electivas. En el recorrido de esta exposición de Guillermo Baltar la fotografía se convierte en pre y post texto, en sentido literal, conformando un vaivén en la frontera sutil que el hilo conductor de la muestra propone. La exposición es un itineriario, un homenaje a la música, sus evocaciones y sus entornos a partir de las estéticas y el clima social de los años 60 y 70, citados a través de representantes del pop, el rock y el jazz en diálogo con las imágenes, abarcando las décadas de los 80 y 90 y extendiéndose a nuestros días.
Baltar compone con una amalgama de influencias un juego a través de las canciones, y plasma su “lectura” en la correspondencia con las formas, la luz y el color de las fotografías.
Comenzar el recorrido con el mítico grupo de rock argentino Almendra, liderado por el legendario Luis Alberto Spinetta, y un título como “El valle interior” es toda una sugerencia que conduce a una apreciación poética. Naturalmente fluye, a renglón siguiente, “Blackbird” (tema favorito, si los hay, de los Beatles), y el deliberado retrato/mancha /despojo/ocre de “Paloma”, de Andrés Calamaro. También están los Talking Heads “Quemando la casa” cerca de Lou Reed, y localmente Opus Alpha, seguidos, salvando la distancia temporal, por Los Redondos (que dan pie para evocar a través de “La bestia pop”, a The Ramones). Y luego The Police, y Pink Floyd, lumbres de una constelación intermitente y perpetua, refugio y referencia. Y junto a ella, la desolación en el registro de lugares perdidos, o ámbitos de perdedores.
Y los cruces impuestos conviven con la traza de un horizonte, telón imbricado contra el que descansan los rasgos urbanos de la ciudad de origen, sitios emblemáticos como la Puerta de la Ciudadela, marcas identitarias de nuestra capital Montevideo, pero con Jaime Roos como pie de imagen y su “Carta a poste restante”, configuración de la distancia y del exilio mordiendo los talones de las fotografías y evocando esa frase de Cortázar que se aplica a toda nostalgia rioplatense, más allá de las circunstancias coyunturales que llevaron a tantos a alejarse de estas tierras: “ Ser argentino es estar lejos”.
Y la imagen de los ángeles de Wim Wenders es un pasillo para reencontrarse con el aporte de la Cinemateca uruguaya y las colas infinitas para entrar a sala a ver un cine único, con frío en los bolsillos y el reconocimiento de este lado del mundo. Y Led Zeppelin y King Crimson, para verse en la inestabilidad de una identidad en constante lucha y construcción, donde la libertad como principal ingrediente hizo que sólo a través de ella fuera posible una suerte de ruta individual, zigzagueante, que viene a fulgurar en este eclecticismo coherente: desde “Circo beat” de Fito Páez en una Combi psicodélica y Los Traidores bajo un contenedor de basura (“La lluvia cae sobre Montevideo”), desde lo previsible y lo explícito a lo simulado y la metáfora finísima o la sugerencia y el guiño, pasando por “Esto es nuestro” de Días de blues en contraste con “Adagio en mi país” de Zitarrosa, y ubicando con naturalidad a David Bowie en la Avenida 18 de julio cerca del amado “Pandemonios” de Fernando Cabrera, registrado en 2010.
La continuidad propuesta desde la secuencia visual y auditiva se logra en la fragmentación, que sin embargo no es ruptura. “ No more heroes”, “Defensa del gueto”, The Clash, y Ginsberg comulgando en las paredes con Joseph Beuys desde la tv alemana, y las “Confesiones de invierno” interpretadas por Tabaré Rivero desde una notable foto de escenario en “Bien de Vian”, (Circular, 2009) se mezclan con The Credence (“Mientras pueda ver la luz”), con Barcarola y ”San Francisco” sostenidos por el retrato trucado de un jovencísimo Hugo Fattoruso, pasando por “Horses” de Patti Smith, por el encuentro fugaz e ineludible con Eduardo Darnauchans y Dylan golpeando a las puertas del cielo, ese portón antiguo, herrumbrado, encadenado y con candado.
“Demoliendo hoteles” de Charly García está debajo de la foto del campanario y la cúpula de una iglesia; fotomontajes de Mateo y Cabrera conviven con “Ayer te vi” de Ruben Rada; “Like a virgin” y Madonna son retratadas en una estatuilla inmaculada, molde sobresaliente en el muro interior de un templo. Y “Cuando pase el temblor” de Gustavo Ceratti se eleva en Stéreo como un rezo definitivo y azulado desde la “Ciudad de la furia”. Y la canción “Its only rock’ n’ roll (but i like it)” convive con la foto de un graffiti que reza “Vos sos cornudo”. “Strawberry fields forever” suena debajo de la nuca registrada de la gran poeta uruguaya Amanda Berenguer en una de sus últimas salidas públicas, el Encuentro de Poesía Experimental que llevó su nombre en el MEC (2009).
Una performance de Luis Bravo que el poeta presentara en el mismo evento, es la imagen siguiente. Hilda Lizarazu es estampada para la eternidad de una juventud masculina que la adoró en “Sola en los bares”. Y seguimos, porque “Ante la duda, todo” y “Al borde del camino” hay más: más “Black magic woman” y el Van Morrison de “Moonchild” interpretados con una fuerza que las fotos traducen desde un concierto de Concha Buika en Madrid, 2003. La siguen claroscuros de la trompeta de Jerry González también en pleno “toque”, Los Piratas del Flamenco, “Round midnight” de Dexter Gordon (cómo no recordar la película), los Gitanos de la Cava y la foto de unas botas rojas, una de ellas apoyada en el pie del soporte de un micrófono o “jirafa”, casi marcando el ritmo. Y el “Corazón de oro” de Neil Young encerrado en el centro profundo de una posible jarra rebosante de cerveza o lámpara que conserva la luz como un tesoro entre caireles.
Tracy Chapman, y luego los alambres de púa otra vez contra el cielo, límite de la vista. Pero a pesar de ello “The Sounds of silence”son visualizados una tarde en el puerto y la bahía de Montevideo, todo quieto, desde la galería superior de un edificio de la Ciudad Vieja. El afiche de “Buceo Invisible” es sostenido por la mano de un niño, imagen que antecede a la canción “Los niños que escriben en el cielo” de Spinetta Jade, bajo el contraste del frontón de una fachada contra la efímera traza de nubes que casi pueden tocarse y vulnerar. Y The Doors adolecen en la furia de sus “Jinetes en la tormenta” desfigurando los focos del alumbrado público, antes del remanso de “Canción para los días de la vida” debajo de la foto de la cabeza de piedra ornamentada contra un arco, como esfinge de ojos cerrados, inmutable, o fuente (“… ya no sé si pueda correr…”).
Luego “Se necesita tiempo” bajo el registro de una perspectiva del Palacio Salvo y adyacencias, la Plaza “Independencia” en toda su magnitud e inclemencia (que insinúa la inocente interrogante “¿quiénes son los vencidos, padre mío?”).
El eterno, el eterno Leonard Cohen, y Pescado rabioso, y los Stones de nuevo y Zappa, claro. “Slow train” es un tren de pasajeros de juguete. Y está “Perros de la lluvia”, pero “Boys, dont cry”, claman The Cure, y el “Pasajero en trance” (Charly García) es Onetti retratado con el traje de su fina estampa, en el espejo de fondo de un ascensor detenido. Un cartel de no estacionar en una puerta de garage desvencijada para los Talking heads y “Stop making sense”, una cita de “Hallelujah” de Cohen, de la que se rescata, como una ironía: “Pero a ti no te interesa la música, ¿no es cierto?”.
Y el epílogo o prólogo, lejos de la secuencia que habilita el espacio de paredes contiguas, se ubica en la cara frontal de una columna, sola, donde cuelga una foto de “Canciones de amor” del grupo Baldío (archivo de prensa). ¿Qué más puede agregarse, después de una visita guiada a los rincones de esta pequeña memoria, renacida?
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Sabela de Tezanos: Poeta y narradora. Licenciada en Filosofía. Docente de la Universidad de la República. Ha coordinado y presentado eventos culturales, ciclos literarios y espacios de arte (Centro Cultural de España, MAPI –Museo de Arte Precolombino e Indígena–). Es autora de libros y de relatos incluidos en diversas antologías, así como de notas de prensa, programas de radio, trabajos académicos y entrevistas publicadas en distintos medios (El País Cultural, Semanario Brecha, Revista Dossier, Océano FM, páginas WEB de Radio El Espectador y Sala Zitarrosa).
La muestra "Pequeñas canciones" de Guillermo Baltar se encuentra expuesta en la Sala del CMDF en San José 1360, de lunes a viernes de 10 a 19 y sábados de 9.30 a 14.30, hasta el 15 de junio.