Los “Cantos de Amor” a Stalingrado de Pablo Neruda, así como “España, Aparta de mí este cáliz” de César Vallejo, siempre tuvieron esa repercusión de lo mítico y lo heroico. Viví veinte años en Madrid y el conflicto de los Balcanes caló hondo. Específicamente el “Sitio de Sarajevo” ante la pasividad internacional, y de la Comunidad Europea al permitir matanzas y exterminios indiscriminados. En ciertos aspectos fue un punto sin retorno. Algo se quebró allí y no es sólo una crisis económica la que hoy asola al viejo continente. En dicho conflicto perdí a un periodista amigo, mientras Madrid y otras ciudades europeas comenzaban a llenarse de refugiados serbios, croatas y mulsumanes. Sarajevo al igual que Stalingrado, sobrevivió a su asedio. Pero los cuerpos despedazados en los mercados, o asesinados por los francotiradores, permanecen en mí como los “desamados habitantes del olvido”. Esos espectros de pólvora a los que hoy quiero homenajear. [ + ]