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A las raíces

Autor: Andrea López / CdF

Uno aprende a andar a oscuras. Se aprehenden los sonidos y las distancias. Se acostumbra al olor y a que todo pase en un minuto. Se acostumbra a contar las horas en segundos, uno se acostumbra y, sobre todo, disfruta de ver nacer una fotografía.

Un hombre descansa recostado en su motocicleta, detrás de él, la nada (o el todo), el mundo se desvanece. ¿Será lo que su retina recuerda de la ruta? ¿Será lo está pensando? ¿O será acaso lo que le espera?

Una tarde el fotógrafo norteamericano Ian Ruther sintió nostalgia de su cámara analógica, de su ampliadora, de sus químicos, en fin, del cuarto oscuro. Cuando fue a comprar una película a la tienda le dijeron que las que él usaba ya no se fabricaban. En el intento desesperado por no perder lo que en realidad nunca tuvo, Ruther decidió volver a las raíces.

Utilizando placas de vidrio de grandes dimensiones y aplicando un procedimiento de mediados del siglo XIX, Ruther construyó un laboratorio fotográfico en un camión para fijar y revelar en el los paisajes de su país mediante la aplicación del colodión húmedo. La volatilidad del éter que se utiliza en el preparado del colodión lleva a que el proceso de preparación de la placa, la toma y el revelado, no superen los 15 minutos, y en eso radica la necesidad de llevar el “cuarto oscuro” al lugar donde se desee realizar la toma fotográfica.

Las imperfecciones de la técnica y los siempre incontrolables resultados son incorporados con gran acierto por el fotógrafo en la composición de sus obras. Las texturas que se generan a causa de los chorretes de líquido aportan a la composición y hacen que cada toma sea en sí misma irrepetible. Una fotografía que es por lo más intrigante en ese sentido, muestra la orilla de un lago rocoso donde el corrido del colodión por toda la superficie de la placa, visibiliza la textura del agua a la vez que vuelve tangible lo escurridizo de la misma.

En otra fotografía -que se destaca de igual manera-, una tranquila calle de alguna ciudad cualquiera de los Estados Unidos se vio inmersa en una turbulenta tormenta que nunca existió. Los retratos de Ruther saben también incorporar los imprevistos de la técnica para reconfigurar sus discursos. Un ejemplo de ellos es el retrato de una mujer donde una mancha pareciera revelar el interior de su pecho, proyectando así al espectador a una nueva realidad donde no todo está claro.

De esta manera, Ruther se transporta (y nos lleva con él) a un nuevo lugar, quizás pasado, incontrolable y siempre mágico.

Sitio web del autor

Video SILVER & LIGHT sobre el trabajo de Ian Ruther.