Guillermo Baltar reúne por cinco años consecutivos, a un nuevo grupo de artistas para mostrar aquellos trabajos plásticos que quedaron guardados en un cajón. Fiel a su convocatoria se renuevan los invitados en cada edición, dando un ecléctico conjunto de miradas. Usando la fotografía, el video y los textos, los distintos creadores convocados conforman un ensamble peculiar, donde la inclusiva curaduría de Baltar logra, de esa sumatoria de individualidades, un resultado potenciador.
El mismo Guillermo Baltar se refiere a este proyecto como un desafío integrador:
Infinidad de propuestas, formatos y soportes -incluidos el audiovisual-, han pasado por el Espacio Cultural de México, así como artistas provenientes de diferentes ámbitos y escuelas. Este hecho ha generado un entorno propicio para dinamizar ciertos aspectos de nuestra cultura, en donde han sobresalido la pluralidad de propuestas, técnicas y criterios. La actividad fotográfica continúa siendo su disparador, así como el rescate de trabajos que han permanecido latentes en cajones o carpetas. Desde el comienzo hemos procurado integrar fotógrafos de vasta trayectoria junto a los más jóvenes, así como artistas llegados de otras disciplinas, que utilizan -o alguna vez lo han hecho- a la fotografía como uno de los elementos sustanciales de sus realizaciones. Nos encontramos nuevamente en ese camino, con la intención de transitarlo año tras año.
Cada autor nos presenta desde su concepción y forma una propuesta diferente. Al entrar en la sala nos enfrentamos al díptico de Roberto Schettini; dos fotografías cuyo manejo de la luz nos magnetizan. Una propuesta que Roberto viene trabajando desde hace un tiempo, en capturar la luz que va desapareciendo al correr del día. En este caso dos tomas directas se convierten en puestas en escena, escenarios sin escalas, donde atrapa formas geométricas creadas por la presencia u obturación de la luz.
A continuación encontramos el trabajo de Mario Schettini, fotógrafo que no está sacando nuevas tomas, pero si está realizando nuevas creaciones. Estas fotos surgen de su archivo, reelaborando el discurso con intervención digital, mostrándonos un gran mundo interior lleno de fantasía y sueños.
Amilcar Persichetti con sus imágenes intervenidas, reencuadra fragmentos y les incorpora textos. Establece diálogos internos para componer una relectura de varios sentidos.
Horacio Santos con su obra: gallina vieja hace buen caldo, apela al conocido refrán para titular una lograda composición fotográfica. Nos presenta algunos iconos importantes dentro de nuestra historia mezclada con personajes creados, dando como resultado una irónica crítica social.
Rafael Sanz nos presenta tres fotos compuestas cuyo tema central es la figura humana, jóvenes gigantes que toman la ciudad, hermosos cuerpos de hombres. Algo que pasa con estas fotos y lo vimos en otros trabajos fotográficos del autor es que no se muestran los genitales masculinos. Siglos de historia del arte nos han acostumbrado a ver mujeres totalmente desnudas, pero seguimos asistiendo a una autocensura del cuerpo masculino. Sanz retrocede en el tiempo y nos presenta, distintas versiones de su David de carne y hueso, pero con la culpa bíblica cubierta por una patética hoja de parra o bóxer de moda.
Maite Robles genera la interacción de una silla y un personaje, que desde el anonimato de su capucha, representa la búsqueda del lugar de la juventud en la sociedad. Arriba o abajo, lejos o cerca, ese otro en tensión define su ubicación. La serie se cierra con el encuentro del personaje con un banco, quizás indicando que hay otras opciones.
Alexandra Parodi en la obra: Están? Qué? propone una instalación de ocho imágenes de agua en la pared y una foto en el piso en forma de una cubeta de agua. Lo quieto y lo que fluye, las ondas expansivas, sugieren movimiento y sonidos que nos interrogan desde un profundo azul, celeste. ¿Ecos de la bandera, de nuestro cielo?
En el trabajo de Mauro Martella hay un sugestivo conjunto de imágenes, tomas de paisajes con enigmáticos climas. Encontramos en ellos el transito del individuo, espacios de soledad, la lejanía de una ciudad soñada. Con una acertada realización formal logra transportarnos a lugares conocidos ficcionados por una poética sensorial.
Natalia de León con su obra Belleza, nos muestra los rastros que quedan después de esta pequeña tortura cultural a la que nos enfrentamos para ser bellas, por una sociedad demandante. Acumulaciones de pelos que van quedando como desechos humanos. Imágenes cargadas con la ambigüedad de la atracción y el rechazo. Generan cierto asco por el elemento fotografiado y sin embargo nos atraen por lo logrado de la imagen.
Raquel Kelmanzon en su proyecto Vivencia presenta a cuatro personas por medio de un texto en los que se explicita sus datos personales, edad y profesión, acompañados por una imagen de un lugar o elemento que identifican a cada uno de los entrevistados. Nos involucra a los espectadores presentándonos una mesa y silla para que el público se siente a contestar una pregunta ¿Cuál es el significado de vivir?
Jessie Young exhibe una obra inquietante, con una buena resolución plástica, donde una mujer adulta mantiene sujetos un conjunto de bebes que penden de correas. Estamos acostumbrados a ver las mascotas de otras especies con collares, pero cuando se trata de nuestra cría, la que se presenta indefensa y atrapada, nos cuestiona sobre el relacionamiento humano.
Catalina Bunger presenta un juego estético, de orden y color, en un muestrario de chicles masticados de corte antropológico. Esta clasificación nos remite a un divertido catálogo de recuerdos. Así como hay obras que nos sugieren sonidos, texturas y olores, en este caso nos despierta nuestras papilas gustativas.
Lucia Damiani en esta nueva propuesta, luego de trabajar en su memoria desde lo poco nítido que llegan los recuerdos, ahora nos presenta una obra que alude al vínculo entre adolecentes inoperante a partir de las redes sociales.
Este año Guillermo Baltar no solo es el curador de la muestra, sino que pasa a tener un doble rol y nos presenta un trabajo fotográfico en homenaje a grandes fotógrafos que transitaron por la corta historia de la fotografía. En sus fotos encontramos fragmentos de imágenes que forman parte de la obra de estos autores. Con este proyecto Baltar nos hace un guiño a quienes los conocemos.
En su quinta edición este De Cajón conforma una exposición con un nivel homogéneo conceptual y formal. Un proyecto que llega a concretar el tiempo estipulado en sus inicios. Consideramos que la propuesta ha demostrado tener la suficiente validez y esperamos se logre concretar su continuidad.
Lic. Solange Pastorino
Autores:
Amilcar Persichetti, Alexandra Parodi, Catalina Bunge (Fac), Daniela Davidovich, Edgardo Pereyra, Eduardo Roland, Guillermo Baltar, Horacio Santos, Jessie Young (Fac), Maite Robles, Mario Schettini, Mauro Martella, Natalia de León, Luciana Damiani(Fac), Rafael Sanz, Raquel Kelmanzon, Roberto Schettini, Laboratorio de Cine Fac: Guillermo Zabaleta, Angela López, Diego Nessi, Ina López, Macarena Cordiviola, Riki Musso, Teresa Puppo.
De Cajón / Año 5 estuvo expuesta del 22 de mayo al 28 de junio en el Espacio Cultural de la Embajada de México (25 de Mayo 514).