Notas Críticas

A propósito de “Reparación” de Gabriela Leyla Martínez

Autor: Fito Lanza

 

Centro Cultural Museo de la Memoria – MUME
Del 20 de junio al 1º de agosto

 

Ir al MUME no es fácil. Despierta una y otra vez muchas sensaciones, en mi caso, adormecidas.
Se puede negar u ocultar los hechos, pero… ahí estuvieron, están.
¿Falta de conciencia? ¿Individualismo?
Son situaciones que debemos recordar para hacer que - dentro de nuestras posibilidades - no se repitan. Es por ese motivo - y no por una actitud masoquista - que este proyecto existe.

En el exterior encontré la muestra de Nancy Urrutia, que me puso en tema. Entré y… todo: los videos, los objetos, tan personales y tan nuestros, pues sí… todo se revive, se recrea hasta la angustia, el dolor, la bronca.

Pero el objetivo de la visita es otro: ver la exposición de Gabriela. Y me sorprendió. (¡Cuántas muestras he visto y dicho “gusto a poco”! ¡Cuántos libros o publicaciones leídas y al final no tener ni idea del objetivo de su autor!) Desconocía la propuesta y reconozco que con una “creación conceptual y minimalista” – como la definió el panel evaluador – me alcanzó para revivir mis días y los de ella.

Alejado del resto de la edificación, hay un cuarto dentro del cual una enorme faja negra cruza horizontalmente todas las paredes. Marcado luto –así lo sentí- que se impone en vieja mampostería de ladrillo.

Sobre el negro a mi izquierda y de frente, en la mitad de la pared, dos textos breves que me ubican en el tiempo –año 1968 -, su autora y su entorno. De ellos rescato: “Era chica pero me acuerdo, duró muchos años. A veces, me gustaría poder olvidar.” También: “hoy tan lleno de ayer / tan tan ayer”.

En la pared de la derecha, una foto actual de la autora.

En el centro del cuarto, sobre una pequeña mesa, veo un librillo de pocas hojas, en el cual se repiten los dos textos que antes comenté y, en varias carillas, la foto de Gabriela, pero esta vez con cuatro años de edad.

La propuesta es movilizadora: los duros momentos vividos que no se pueden olvidar aunque uno quiera, junto al pasar del tiempo puesto en evidencia por las dos fotos de la autora y todo con poco – dos textos y dos fotos - pero mucho sentimiento.

Es aquí donde hacemos propias las palabras del pintor y escultor australiano William Dobell: “…un artista sincero intenta crear algo que sea en sí mismo algo vivo.“ ¡Vaya si lo logró Gabriela con su propuesta! Ese cuarto tiene vida propia, me cuestiona, me hace pensar. Valió la pena estar.