El desarraigo que conlleva la emigración, puede conducir a que la persona desplazada adopte las costumbres y usos de su nuevo sitio en detrimento de los suyos originales, que tienda a guetizarse, o que procure medios por los cuales mediar y armonizar entre ambas realidades que conviven en su interior día a día. Esta última opción es la de Priya Kambli (1975, Mumbai, India), artista que construye, a través de la fotografía, puentes entre su cultura de origen -la hindú- y su vida establecida en los Estados Unidos.
A los dieciocho años Kambli se trasladó a Norteamérica con el fin de continuar su educación. “Comencé mi carrera artística en Estados Unidos y mi trabajo siempre ha estado formado por mi experiencia como migrante. Terminé mi licenciatura en Bellas Artes en la Universidad de Louisiana, en Lafayette, y continué para recibir una maestría en Fotografía de la Universidad de Houston. Actualmente soy profesora asociada de Arte en la Universidad Estatal Truman, en Kirksville, Missouri, la comunidad donde he vivido más tiempo que cualquier otro lugar. Es aquí, en Kirksville, donde conocí a mi marido y tuvimos nuestro hermoso hijo Kavi, con quien puedo compartir la lengua con la que crecí hablando”. [2]
Con aproximadamente treinta ensambles fotográficos producidos entre 2006 y 2009, armados con imágenes de su álbum de familia -casi todas de ella pequeña, de sus padres y abuelos- y otras actuales de su autoría -de objetos, texturas de tejidos y autorretratos-, la autora propone una obra que, si bien es autorreferencial, siendo ella misma el hilo conductor, abre caminos de interpretación acerca de la tradición y el peso de las culturas ancestrales, entre algunos temas.
“Mi proceso creativo para producir arte -explica Kambli- es altamente complejo, semejante a encajar muchas piezas de un puzzle. Una sola foto creada digitalmente, está compuesta de varias secciones que son ordenadas cuidadosamente en una composición balanceada. Cada sección afecta a la otra y expresa un aspecto diferente de la narración. Algunas secciones son de creación personal, concebidas en luz y fotografía. Otras contienen fotos familiares y artefactos, escaneados en la computadora y, en ocasiones, manipuladas luego (...) usando Photoshop. Con este software, encajo y pulo las diversas secciones en una obra de arte terminada. Las obras completas son impresas en un laboratorio fotográfico y encuadradas profesionalmente.” [3]
La búsqueda del mándala
En esa indagación íntima que Kambli emprende a través de su obra, llama la atención la presencia de algunas constantes, como círculos, flores, joyas, telas, polvos, sus pies y piernas. Desde esa perspectiva, si bien se hace presente un manejo autorreferencial a nivel simbólico, existen signos que pueden resultar hasta cierto punto permeables para el espectador -en cuanto a la decodificación de un posible mensaje de su emisora-, aunque no inhiben, a su vez, la creación de lecturas y sentidos propios.
Por ejemplo la repetición de círculos. Frágiles y volátiles círculos de harina o cúrcuma (condimento típico de la gastronomía hindú, muy utilizado para dar color a los alimentos) sobre una mesa o una tela, en la mano de la autora o tapando el rostro de una fotografía de su madre (“Me (Inoculation)”, “Me (Tonka and Turmeric)”, “Muma (Turmeric)”); collares y pulseras de oro y plata o flores secas, sobre el piso o en la forma de una pequeña piscina donde juega con arena su hijo (“Muma´s”, “Muma and Me (Gold Earrings)”, “Muma (Turmeric)”, “Aajooba and Me”, “Dada Aajooba, Mama, Aaron and Kavi”). Esta reiteración podría evocar la figura del mándala, símbolo utilizado por el hinduismo y el budismo, representado con un círculo, que alude el camino hacia la unidad del ser y que se utiliza para restablecer el orden perdido con anterioridad, dando a luz un nuevo producto que no existía antes. De ese modo los “colores” de Kambli se “desvanecen”, para crear nuevos colores que conformarán una misma idea, la de su existencia en la actualidad.
Algunas de las piezas de esta serie vacilan entre la aceptación de la tradición familiar y el peso que representa la herencia de la cultura de su familia de origen. En las imágenes de su infancia la autora aparece protegida por su familia, tal como ella protege a su hijo en brazos en “Char. Four”. Pero a su vez esa protección se transforma en sujeción, como en “Aajooba, Aaji and Muma”, en donde su abuela aparece dándole de comer en la boca a la madre adolescente de Kambli, con su abuelo participando contemplativamente de la ceremonia. De esta manera su madre ingiere la tradición de la mano de sus protectores, como una manera de “llevarlos siempre adentro”. La misma tensión entre el cuidado y la sujeción se presenta en “Aaji and Me”, en donde Kambli aparece de pequeña en la falda de su abuela, junto a imágenes de la autora en la actualidad, con un lazo de tela roja atado al cuello.
Intimidad, crecimiento, ciclos, homenaje
Pero como en general sucede con el trabajo de un autor/a, sus fines terminan, de forma consciente o inconsciente, trascendiendo sus metas primigenias o leit motiv original para exponer aspectos más profundos de su persona.
En el caso de Kambli su voluntad se hace explícita, dejando en claro que esta serie va más allá de la construcción de un hilo conductor entre las dos realidades que conformaron su vida hasta la actualidad, para extenderse en un homenaje a la figura de sus padres. “Este cuerpo de trabajo -nos dice Kambli- está fundado en la fascinación por mis padres: mi madre murió cuando yo tenía quince años y mi padre poco después. Mis memorias de ellos son, por lo tanto, míticas. Todavía los veo a través de los ojos de una niña que no puede entender que sus padres no son gigantes, sino simplemente individuos de estatura normal. A los dieciocho años, cuando inmigré hacia América, mis fotos familiares eran mi posesión más preciada." [4] El ensamble “Muma and Baba” puede acercarnos a esa visión, presentando un paralelismo entre una fotografía de sus padres, jóvenes y elegantes, con otra de una delicada y pequeña caja de plata divida en dos, conteniendo lo que parecen condimentos hindúes, como una valiosa preservación del recuerdo de sus progenitores.
La autora abre las puertas de su intimidad -el hecho de compartir públicamente las fotografías de su álbum de familia, uno de los bienes más esenciales y personales que puede poseer una persona, es un acto de apertura absoluta de la privacidad-, y ella se convierte, así como sus padres, en adulta, con su propia familia y con su hijo, con quien establece un vínculo que remite a su origen familiar, hablándole en la lengua con la que creció.
Igualmente la integración fotográfica de su hijo (específicamente en “Kavi”, “Char. Four”, “Kavi (Silver Chumcha)” y “Dada Aajooba, Mama, Aaron and Kavi”) implica la presencia simultánea de los padres de Kambli, sus abuelos y su hijo. Resulta interesante esta creación de un espacio (fotográfico) que viene a ocupar el lugar de una situación que de hecho nunca existió, resultando, probablemente, un camino interno conciliador para la autora.
Acerca de la historia de las fotos de su álbum de familia, explica Kambli: "Mis memorias de infancia más vívidas son de estar parada al lado de mi hermana enfrente a la cámara Minolta de mi padre mientras él, cuidadosamente, encuadraba y exponía en el film. Mi padre, fotógrafo amateur, se tomó la tarea de sacar fotos bastante en serio. Y nosotros (la familia de mi padre) usualmente nos encontrábamos en la situación de ser sus sujetos sin ganas. Nuestro desgano estaba relacionado con su protección. Nosotros, sus sujetos, éramos movidos de un lugar a otro, posábamos en una condición de luz y después en otra. De niña, yo estaba segura que ser fotografiada por mi padre era un castigo. Interesantemente, treinta años después no sólo me encuentro en el rol de fotógrafa, sino también me encuentro a mí misma enfrente a la cámara pero un poco menos reticente”.5
Finalmente este trabajo toca un tema de muchos: el de la experiencia del emigrante y sus sentimientos encontrados, cuando no traumáticos; el desarraigo y el intento por construir un nuevo ser a partir de ese desdoblamiento. A través de una indagación personal, la autora aborda el choque de culturas y las dificultades de integración, problemática de total presencia y vigencia en Estados Unidos.
“Mis fotografías expresan visualmente la noción de fugacidad e identidad cultural dividida, causada por la inmigración. He estado viendo este tema a través del lente de mi propia historia y viaje cultural. Mi mudanza desde India hasta los Estados Unidos en 1993 me dejo con la sensación de que no pertenezco del todo a ninguna de las dos culturas, impidiendo anclarme en algún marco cultural particular. Esta desconexión de las dos culturas me ha cambiado. Siento que tengo una identidad híbrida, parches de dos culturas dentro de una misma persona. La fotografía me ha ayudado a unir la brecha entre mis dos culturas mientras me adaptaba a esta naturaleza de dualidad. Mis fotografías digitales reflejan la tensión inherente a esta naturaleza de dualidad, al yuxtaponer imágenes fragmentadas, fotos familiares e imágenes cuidadosamente producidas.”6
En el contexto de algunas imponentes exposiciones que este año deparó el Festival de la Luz [7], cuyo eje temático fue precisamente el de la migración, la de Kambli se presenta de manera sutil y sensible, mostrando, de forma valiosa, diversas maneras en que una mujer, emigrante, se enuncia con profundidad.
* “Colors Fall Down” fue expuesta en The H Gallery, durante el FotoFest, Houston, y en la SRO Photo Gallery, de Texas, en la Tech University. Se trata de la producción más actual de Kambli, que viene exponiendo en los Estados Unidos desde el año 1998 (Metaphorical Tale, University of North Texas, Denton), y participando en exposiciones colectivas (Universidad de Lousiana). Su obra puede apreciarse en su página web www.priyakambli.com
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1 http://www.priyakambli.com/
2 Idem. Priya Kambli posee un BFA de la Universidad de Louisiana, Lafayette (1997), y un MFA de la Universidad de Houston, Texas (2000). Su trabajo ha sido objeto de una serie de exposiciones individuales en Estados Unidos y Centroamérica, incluyendo exposiciones en Silver Eye Centro de la Fotografía en Pittsburgh, Centro de la Fotografía en Woodstock, Nueva York, Houston Center for Photography, Fotografía Centro de Recursos de la Universidad de Boston, SF con cámaras, San Francisco y otros. http://www.mocp.org/collections/mpp/kambli_priya.php.
3 Correspondencia personal con la autora.
4 Idem.
5 Idem.
7 Las más destacadas de esta edición fueron “Invasión 68 Praga” de Josef Koudelka (Espacio de Arte de Fundación OSDE) y una retospectiva deBrassaï (Museo Nacional de Bellas Artes).
8 “Fotomundo” n°500, Buenos Aires, Agosto 2010.